Un paseo por las tierras del Aguila

(Belsué-Cienfuens-Dólmenes del Gargantal)

(Belsué-Peña San Miguel-Santa Eulalia)

El Pirineo aragonés posee como límite meridional un estrecho y alargado cordal de crestas y cúpulas, relativamente elevadas, que culminan en la Sierra de Guara con 2.007 m. Que reciben el nombre de Sierras Exteriores, por su posición marginal respecto al eje de la cordillera. Como características de unidad originalidad: el entrecruzamiento de ejes tectónicos y la excelente conservación de las formas estructurales de plegamiento. Conservándose éstas en los branquianticlinales de orientación norte-sur.

Divididas en tres sectores diferentes: Oriental, Central y Occidental, es en el Sector Central en el que se encuentran las unidades anticlinales de Guara, 2.077m, Gabardiella, 1.695m.; Aguila, 1.386m y Gratal, 1.542m. Este es el dominio de las estructuras entrecruzadas, de las cúpulas anticlinales y de las grandes foces abiertas por la red fluvial.

A Belsué

Partiendo de Huesca, tras el paso de Arguis, por la vieja carretera, el túnel de la Manzanera nos ofrece en su umbral el anuncio de los Valles de Belsué y Nocito. Dos pistas, la ascendente que lleva a las praderas de Bonés y la segunda que desciende hacia Belsué, una población cuya composición urbana hace auténticos equilibrios entre los escarpes abruptos de la sierra, con un caserío que alcanza casi los mil metros de altitud, abrazando en su punto más elevado un templo de tipología románico lombardo del siglo XI, con testero plano, guardando en su interior pinturas de transición en el ábside. Arquitectura de piedra gris en paramentos y loseta en cubierta, portadas adoveladas, ventanas enmarcadas y grandes chimeneas, son las características de su arquitectura civil.

Pantano de Santa María de Belsué

La hondonada de Belsué se acomoda a modo de corredor natural entre el pico del Águila y el Cabezo de Guara, e hidrológicamente está drenada por la cabeza bicéfala del río Flumen, cuyas dos venas viajan por cauces tortuosos para encontrarse y fundirse en el pantano de Santa María de Belsué, con 14 Hm3 de capacidad fuera aprobado por R.O. en 1903, concluyéndose las obras en 1918. Un embalse que, a pesar del inyectado de hormigón en las grietas del lapiaz de la orilla derecha, trabajo que se efectuó antes de su llenado, el agua sigue infiltrándose, por lo que son visibles en época estival los orificios de huida. En él desaguan los dos ríos del mismo nombre: el Flumen, proveniente de Bonés y el de Ibirque.

Cueva Artica

Casi pegada a la gran escalinata que baja a la presa, se encuentra la entrada a esta espléndida gruta cuyo acceso fuera acondicionado por Peña Guara, realizándose tan solo reptando como seis metros por una galería abierta al final de una grieta rocosa, para llegar a una sala de 12 m2 revestida de ropajes sedimentarios y con un cono de derrubios que marca la existencia de una segunda entrada. Por una galería de unos 50 metros de paso llano, se dirige a un tobogán ascendente, paso obligado a la gran sala, que se encuentra ricamente engalanada por fenómenos litógenos, posee falsos suelos y notables gours, predominando en ella las formas de revestimiento como estalactitas climáticas y de caudal, estalagmitas coladas, capillas, etc., de esta salen varias ramificaciones terminales.

Cueva del Toro

Abre dos bocas esta cueva al pie del acantilado que encaja la margen derecha del río Flumen, distando una de otra aproximadamente 80 metros. Su entrada norte es de reducidas dimensiones aunque progresivamente ensancha por los flancos y eleva su techo, hasta llegar después de 20 metros de recorrido a una raya que conduce a la vasta sala central, a la cual acceden o desembocan las galerías de las dos puertas. La entrada sur, de dimensiones más amplias, se prolonga en una galería que a trechos hay que reptar, para tras 60 metros de recorrido acceder a la citada sala.

Sima de Esteban Felipe

En el lugar denominado "Paco Adriana" a unos cuarenta metros por debajo de la carretera y a 1 km. del refugio de Peña Guara, se encuentra esta sima de amplio desarrollo topográfico, con cerca de tres kilómetros, estructurados en dos niveles, siendo el segundo quebrado y duro. La entrada cae en pozo vertical de 40 metros de profundidad, por lo cual deben de tomarse precauciones para su acceso. Contiene un maravilloso mundo de cristal en coladas parietales, estalactitas tubulares, agujas de aragonito y gours o pocillos de calcita dentada. Su visita debe de efectuarse con guía técnico.

Embalse de Cienfuéns

Con una capacidad de 1 Hm3, se sitúa en un tajo del cauce amplio y flanqueado por grandes escarpes calizos. Posee una central eléctrica en desuso hoy, con sendero para su acceso por la orilla derecha. Fue necesaria su construcción ante las pérdidas producidas en el de Santa María, al objeto de recogerlas a la vez que los caudales procedentes de los abundantes manantiales de Cienfuéns.

Pardina de Ascaso

Atrás quedan los restos de la Pardina de Ascaso, edificios que sirvieron de apoyo y servicios durante muchos años a las acampadas juveniles vacacionales, pero su aplanamiento posterior le hizo perder utilidad.

Pardina Orlato

Pardina despoblada de propiedad privada, perteneciente al municipio de Nueno, su acceso se realiza por pista Belsué-Nocito. Vivienda y casas anejas con oratorio dedicado a San Antonio de Padua, obra del s. XIX, con un despoblado al sur de tipo medieval denominado "Los Campanales".

Santa María de Belsué

Atrás ha quedado igualmente, esta aldea hoy despoblada y de propiedad privada, si bien se encuentra en ruina, que se asienta sobre un islote que corta el río Flumen y posee un interesante templo parroquial que a pesar de no tener cubierta está declarado Monumento Histórico Artístico, pues se trata de una obra del siglo XI, con ábside rectangular recorrido por friso de arquillos ciegos de tradición lombarda.

Dólmenes de El Gargantal y Belsué

Dejando atrás el muro de contención del embalse de Cienfuéns, un camino marcado con las rayas amarillas en todo su recorrido, cruza un encinar y llega hasta los corrales que se sitúan en los campos del Gargantal. A ellos se una pista . Siguiendo a la izquierda y precisamente al superar la loma, esta pista se bifurca en dos, allí en medio descansa la gran losa del Dolmen de Belsué, prueba inequívoca del poblamiento de estas tierras en el periodo Neolítico.

Salto de Roldán

Con este nombre se ha denominado estas dos formidables moles que conforman la foz u osqueta que figura en el escudo de Huesca. Sus nombres son San Miguel y Peña Amán, si bien por tradición popular sabemos que fueron llamadas con los nombres de Men y Sen, voces netamente de origen pre-indoeuropeo. Se trata de un conjunto rocoso con paredes que sobrepasan los 400 metros de verticalidad. Se trata de un paraje lleno de encanto, donde el río Flumen corretea hacia la llanura escondiéndose entre las rocas Palomeras. Solamente la compañía de los buitres leonados que anidan en las cornisas de estas piedras. Al pie de la roca de San Miguel, unas escaleras metálicas nos ayudaran en la ascensión, aunque son unos pasos fáciles para toda edad. Desde la cima se puede contemplar además de las ruinas románicas del siglo XII allí existentes, toda la gran planicie que conforma la Hoya de Huesca.

Santa Eulalia de la Peña

Desde la explanada de San Miguel, por la fuente de Gallicanta y pasando luego por el Corralón, el viajero se aproxima al desvío de Santa Eulalia, una población que atesora una arquitectura popular similar a la del resto de la zona: construcciones de mampostería, con la utilización del adobe en los muros y lajas de piedra en los tejados. Entre su conjunto destaca la iglesia parroquial de San Mamés y Santa Eulalia, obra del siglo XVIII de una nave con bóvedas de lunetos, más una torre de dos cuerpos que se remata con chapitel de forma octogonal. Sobre la puerta de su cementerio, luce el crismón del siglo XII de piedra procedente de la desaparecida ermita de San Miguel. Nos recibe un interesante crucero que sirvió para encomendarse los viandantes antes de emprender la aventura de bajar al llano, es obra de 1891 que sustituyó a otro anterior, en el están esculpidas dos figuras, una de San Joaquín y otra irreconocible, posiblemente la imagen de Cristo.